sábado, 7 de junio de 2008

Entrevista a Safta Jaffery, ex-manager de desarrollo artístico de Muse (21.04.2008)

Safta Jaffery se metió en la industria musical británica justo cuando estalló el punk y la desafió, y este espíritu de independencia, de énfasis en la integridad artística, y un genuino amor por la música es lo que le guió durante toda su carrera.

Jaffery habla a HitQuarters.com sobre la decisiva base fan de Muse, que les asegura el éxito, sobre todo en el directo, y sobre el potencial de originalidad y honestidad por descubrir, hoy más que nunca (...)

¿Es ésa la razón por la que creaste Taste Media, para separarte de esos proyectos basados en el artista?

Éso llegó mucho más tarde, en 1996. Lo que pasó fue que a principios-mediados de los 90, muchos productores con los que trabajaba empezaban a sentirse frustrados porque no se les estaba permitiendo hacer la clase de discos que querían hacer. La industria les decía que querían un cierto tipo de disco, o un determinado tipo de sonido, y producido de una cierta manera. Yo mismo empecé a ponerme un poco inquieto. Para entonces ya llevaba 10 años en el mundo de la producción, y con mucho éxito; habíamos producido a The Stone Roses y The Bends de Radiohead. Habíamos trabajado con los artistas más importantes de aquel momento.

Por aquel entonces tenía un vínculo muy estrecho con The Sawmill, un estudio en Cornwall, y su dueño, Dennis Smith, quería hacer algo más que llevar un estudio simplemente. Yo tenía los productores y los contactos, y él tenía el estudio, así que decidimos juntarnos y crear una productora. La idea original que había detrás de todo esto era encontrar nuevos artistas que a los dos nos gustaran mucho y entonces utilizar nuestros recursos para hacer el tipo de discos que queríamos hacer, más que los discos que querían hacer las discográficas.

Así que nos propusimos contratar a unos cuantos artistas, y Muse llegaron bastante pronto. Eran de Teignmouth, en Devon, donde estaba afincado Dennis. Él conocía a sus padres y había visto crecer a los tres. Me envió demos, y estaba claro que ahí había algo; sonaban muy distintos, elaborados e inteligentes.

No eran muy comerciales en aquel momento, pero fue emocionante. Eran muy jóvenes, sólo tenían 17 años. Me preparó una especie de exhibición en The Cavern Club, y le animé a que les dejara tocar gratis en el estudio. Sus demos eran cada vez mejores, hasta que pensamos, "Vale, es hora de hacer algo más formal".

¿Competían otras discográficas por captar su atención para cuando les contrataste?

No, todavía no estaban en el radar de nadie. Firmamos con ellos para un par de EPs que sacamos a través del sello de Dennis, Dangerous Records. Luego hicimos varios conciertos, In the City y algunas galas en Londres. Pero no había nadie interesado en el Reino Unido, nadie les entendía, todos pasaban del tema.

Desanimó mucho a la banda, y recordé cuando me dedicaba al desarrollo artístico en los viejos tiempos, cuando siempre que encontraba a un artista nuevo, nadie parecía entenderle. Empiezas a cuestionarte tu propia capacidad, te miras y piensas, "Puede que me esté equivocando". Es muy frustrante, pero parece que siempre es así.

Creíamos en la banda, y al final les tuvimos que llevar a América para que se fijaran en ellos. Hicimos CMJ en Nueva York, donde un par de cazatalentos de Columbia se mostraron interesados. Nos invitaron a hacer un showcase en Los Ángeles para Rick Rubin, y ahí es cuando empezaron a pasar cosas.

El sello de Madonna, Maverick Records, fue el más rápido en aparecer, y decidimos firmar un contrato con ellos en América. Aquéllo significó el punto de partida para su carrera.

¿En qué punto conseguiste que John Leckie se implicara?

John siempre ha sido mi socio, así que ya sabía que estaba trabajando con Muse. Había ido a varios conciertos conmigo y ya tenía relación con la banda. Una de las cosas que les dije a los de Maverick fue que queríamos que John produjera el álbum.

Afortunadamente, Guy Oseary, su director de desarrollo artístico en aquellos días, era un gran fan, así que estaba encantado, y dejaron que John hiciera el disco a su manera. Nuestra visión de la banda se correspondía perfectamente con la manera en que John hizo el disco.

El único inconveniente fue que a los americanos les parecía que no había una canción apropiada para la radio. La canción en la que pensaban al final no conectó bien allí, pero sí funcionó en el resto de sitios, porque, habiendo ya firmado ese contrato, decidimos irnos al resto del mundo y firmar con amigos en todas partes.

Firmamos todos estos contratos territoriales porque nos permitía tener un control creativo total. El último lugar que firmamos fue el Reino Unido. Korda Marshall de Warner/Mushroom ya había pasado de la banda dos veces antes de firmar con él.

¿Qué plan se escondía tras estos contratos territoriales?

Sinceramente, en retrospectiva, creo que si Muse hubieran firmado con una sola discográfica para todo el mundo, nunca lo habrían conseguido como banda. Nunca fueron queridos en la radio, su música era demasiado desafiante en aquellos tiempos. Pronto me dí cuenta de que la única manera en que les haríamos conocidos iba a ser a través de giras, así que todos nuestros contratos se plantearon específicamente para hacer giras.

Me aseguré de que los contratos con las discográficas incluyeran grandes presupuestos para giras. Para cada contrato territorial que hicimos dije, "Mira, no quiero aprovecharme; lo que quiero que hagáis es prometerme un presupuesto grande para hacer giras". Y así es como lo arreglamos.

Así que, sabiendo que tenía dinero para giras, siempre que nos salía una gira interesante, podía asegurarla. Las dos primeras que hicimos en América fueron con Red Hot Chili Peppers y Foo Fighters, las dos mejores giras de aquel año.

Recuerdo a Bruce Floor acercándose a mí en el backstage en uno de los conciertos de Foo Fighters y diciéndome, "No sé cómo coño has conseguido esta gira! Me quito el sombrero, colega, porque yo no pude colocar a una de mis bandas aquí, así que no sé cómo lo hiciste!"

De esa manera conseguimos unos cuantos conciertos, y así es como se desarrolló la banda, haciendo giras internacionales. El primer año hicimos 54 festivales internacionales. Y así es como eran ellos en sus primeros estadios.

Pronto supimos que en directo eran una buenísima banda, sabíamos que sólo podrían ir a mejor. Al principio fue importante, porque sabía que no lo conseguiríamos a través de la radio. Es el único método que conozco, sinceramente; cuando trabajaba con Dick James y Magnet, las bandas solían darse a conocer así.

Era un extra tener a la radio de tu parte, pero nunca podías esperarlo o confiar en ello. Por eso Muse tienen una base fan tan sólida por todo el mundo, porque esos fans estuvieron allí desde el principio. Son genuinos y auténticos.

¿Buscabas también publicar a Muse?

Sí. El trato que hicimos fue que, aunque buscábamos un manager, nunca llegamos a contratarlo. Fue algo que hicimos gratis, mientras conseguíamos los derechos de grabación y publicación. No quería ser el manager oficial de una banda, así que lo fui de manera no oficial.

La banda estaba feliz por ello, porque no les costó nada. No tuvieron que pagar a ningún manager para los tres primeros discos, así que fue importante para ellos.

Parece que ibas muy por delante con ellos...

Sí, ahora lo hace todo el mundo! En realidad la única razón por la que dejamos de ser managers fue por los abogados que teníamos cuando sacaron el tercer álbum, que llegó al nº 1 aquí en el Reino Unido. Empezaron a decir, "La gente se va a preguntar si les estás haciendo bien los contratos, porque no se lo estás encargando a nadie". Debería haber confiado en mi instinto, pero no lo hice, dejé de ser manager, y ahí es cuando todo cambió.

Ocurrió lo de siempre; entró un nuevo manager, y por supuesto tenía su propia visión de las cosas. Estaba un poco celoso por la relación que teníamos con la banda, y quería dejar su propia huella. Empezó a cuestionarse alguna de las opciones que poníamos sobre la mesa.

Le dije a Dennis, "Sabes qué? Es el momento apropiado para dejarlo". El grupo tenía éxito, y me pareció que ya habíamos hecho nuestro trabajo. Teníamos otros tres discos en el contrato, porque habíamos firmado por 6 discos, pero pensé que ya habíamos conseguido todo lo que habíamos soñado. Ese tercer álbum fue nº 1 en 15 países.

Aparte de publicar, mi relación con Muse terminó en 2005, cuando vendimos los derechos de grabación a Warner. Aquéllo fue otro factor en el planteamiento. Soy muy amigo de Serge Tankian, de System Of A Down, que por aquellos tiempos estaba creando su propio sello, Surgical Strike. Venía a todos los conciertos y era un gran fan de la banda, y pensé que su sello habría sido una buena opción para ellos en Estados Unidos. Pero no lo fue.

¿Cómo te ocupas del desarrollo artístico después de haber experimentado tal éxito? Ha cambiado tu manera de evaluar nuevos artistas?

Totalmente. Es una pena, pero desde luego todo lo posterior a Muse me sonaba espantoso. El baremo había subido mucho. Llevó un tiempo volver a la realidad y darse cuenta de que no iba a encontrar otra banda así de buena a la vuelta de la esquina.

Necesitaba hacer algo completamente diferente, así que fue genial cuando vino AIM y me ofreció un sitio en la mesa. Fue una oportunidad de salir de todo mi entorno y meterme en nuevos territorios, de trabajar con tipos distintos de música y nuevos artistas.

(...)

Siempre me atraen los llamados artistas "difíciles". Siempre me decanto por ellos, por el desafío que ofrecen. No puedo hacer lo que hago si no me siento inspirado. Si un artista no me emociona, no puedo trabajar con él. Por eso nunca pude trabajar para una discográfica, aunque me han ofrecido muchos trabajos a lo largo de los años.

¿Todavía recibes y escuchas demos de grupos?

Sí, constantemente. Tengo un saco que me lleva mirando fijamente dos semanas, y me siento un poco culpable por ello. Tengo dos ayudantes, y nos sentaremos, nos tomaremos unas copas y nos las escucharemos todas, y con un poco de suerte encontraremos algo. Siempre habrá algo que podría merecer la pena seguir. Nunca se sabe.

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